Este jueves, repartidos por diferentes puntos del concello, podremos admirar los Compadres. Actualmente, la mayoría se hacen a tamaño casi natural, con ropa vieja y rellenos de papel. Para las caras, fotos de hombres – o de mujeres en el caso de las Comadres – de la parroquia, asociación u organización (el Centro de Día, el colegio...) donde se hicieron. Normalmente, representan alguna acción o escena, y acompañados de carteles escritos, pueden hacer alguna crítica o comentario social.
Sin embargo, tradicionalmente, los compadres y comadres eran distintos. Para recordarlos hablamos con Clarita de Basco, natural de Salcedo, parroquia de entroideiros por excelencia. ‘En nuestra casa éramos siempre muy de carnaval... Y mi abuela era terrible... terrible! Eiquí todos.’
Clarita lleva haciendo estas figuras al modo tradicional desde siempre, y siguió mientras su nieto era pequeño, elaborando las comadres con las que año tras año ganaban el concurso del Jueves de Comadres en Monforte.
Clarita nos cuenta que los compadres y comadres se hacían sobre una cruz de madera. Con la paja se hacían los brazos y las piernas. Y con papel se rellenaban el pecho, el culo y la barriga. Papel de periódicos que cogían donde el cura y el maestro, “que era donde estaban los periódicos”, cuenta Clarita. Y si no había papel, se hacían con paja toda, como antiguamente.
Después de tener el cuerpo, se hacía la ropa con papeles, y un nabo o una remolacha para la cabeza, sobre la que se pintaba la cara. En los compadres, recuerda Clarita, ‘con un carbón de leña, se pintaba el bigote... Eso no podía faltar... ¡Un buen bigote!’.
Las jóvenes y mujeres se juntaban en las noches para elaborar las figuras y después, el Jueves de Compadres, los escondía de los chicos. El objetivo de las chicas era conseguir quemarlos, y el de los chicos, cogerlos para evitar su quema.
Clarita recuerda todo tipo de estrategias que se inventaban: atar el Compadre debajo de la mesa (‘y entraron en la casa a cogerlo!’), coger un Compadre por una ventana con una horca, esconderlo debajo del chaquetón para llevarlo quemar... ‘[Los hombres] desconfiaban de todo el mundo! Como de aquella había tantísima juventud... Donde veían salir una mujer ya esa mujer era vigilada... a ver dónde iba a parar y lo que llevaba...’ cuenta Clarita.
Los compadres que no conseguían salvar, acababan en el fuego. Y cuando se quemaban ‘repicaban las campanas’ comenta Clarita, y gritaban ‘Que ardan los Compadres! Y vivan las Comadres! Que ardian! Que ardian los marraos! Que ardian los cerdos!’
El Jueves de Comadres se repetía la jugada: los jóvenes elaboraban las comadres (con la ayuda de las mayores) y después las jóvenes corrían detrás de ellos para cogerlas y evitar la quema. Aunque Clarita recuerda que las comadres ‘se respetaban mucho... La gente aplaudía cuando pasaban con ellas’.
Clarita este año no hará un compadre tradicional, pero seguramente le veamos alguno al estilo actual. E incluso, quien sabe, quizás lleguemos ver a la propia Clarita de comadre. ‘A mí siempre me decía Pichón: “¡Me cago en tal..! Llevas tanto años haciendo compadres. ¡Un año vamos a hacerte a ti y verás como te vamos a poner!”, pero nunca me hicieron...’ Para ver si esta año toca, tendremos que esperar hasta la semana que viene, hasta el Jueves de Comadres.