La importancia y utilidad del hierro generó una amplia red de instalaciones mineras para su extracción. En el noroeste español destacan por su calidad y producción, las minas de Formigueiros (O Courel) y las de Roques (A Pobra do Brollón). Los inicios de la actividad se sitúan durante el dominio romano, viviendo la época de mayor esplendor entre el medievo y finales del siglo XIX. Ligado al yacimiento mineral de Roques se asienta en el lugar un poblado, que nació para acoger a los mineros y que con el paso del tiempo pasa a ser una aldea rural A Veneira de Roques. Este yacimiento se explotó a cielo abierto (mina de los Buratos o Graíl) y a través de galerías subterráneas (A Devesa, A Cortiña, As Cabanas,…). Los mineros trabajaban de modo manual, arrancando trozos de roca en los que se encontraba el mineral del hierro, empleando para ello picos, palancas, cuñas y mazos. Suministraban así de mineral a las herrerías de la comarca (Biduedo, Loureiro, Baldomir, Barxa do Lor, Penacova,…) donde se fundían las rocas que contenían gran cantidad de impurezas para transformarlas en lingotes o barras de hierro. Precisamente la herrería de Loureiro es otro recurso turístico de interés.
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